miércoles, 14 de septiembre de 2011

DIA 12, TRIACASTELA-SARRIA

(siento el retraso)
Sí, solamente unos 20km.
Hemos salido del albergue con Chema, con quién coincidimos el día de la empanada. Hemos desayunado en un bar. Había dos chicas, que también estaban cenando la noche anterior al lado nuestro, sevillanas. Muy simpáticas. Van andando.
Hemos salido tranquilamente. Al poco de salir hemos visto un desvío. Era la casa del alquimista o algo así. Pensamos que seria algo distinto, asi que hicimos 400m en dirección contraria. Llegamos y vemos una casa antigua, de piedra. Fuera, en una mesa, muchísimas piedras y colgantes. Sale un chico a atendremos. Es Miguel, de unos 30 años, francés creo. Nos dice que Antonio (creo), ha salido a buscar material, pero que podemos ver la exposición si queremos. Echo un vistazo a la planta baja y me recuerda mucho a la casa del pueblo, donde he pasado las mejores vacaciones, de pequeñita y con toda mi familia. El chico nos invita a subir. En las habitaciones hay camas sencillas y armarios sencillos y antiguos. Las ventanas son de madera y medio sucias, como tiene que ser. La exposición es de unos cuadros, abstractos la mayor parte de ellos, hechos con piedras molidas. Es decir, hacen una montañita de esa arena, le dan forma y le ponen algún producto para que se quede compacto. Pues eso. Algunos incluso tienen luz. Son curiosos, originales, seguro que muy laboriosos, pero yo no me compraría uno. Entramos en una habitación con cientos de vasos de plástico. En cada uno de ellos, hay polvo hecho de piedras. Esas piedras las ha ido cogiendo el señor, que ahora no estaba, de muchas partes del mundo. Interesante.
Me ha flipado una de las habitaciones. Con olor a incienso, un pequeño altar, alfombras o algún tipo de tela, en el suelo. Había hasta un confesionario! Increíble! Era la sala para hacer yoga, muy bonita, pero con un toque un poco de ritual satánico. Si es que tengo una imaginación...
Luego fuimos a la cocina, donde nos tomamos un te verde. La cocina era antigua, como la casa. De las típicas gallegas. Para quienes no la conozcan, pondré una foto.
Estuvimos allí bastante relajados, como una hora. Tomando te y hablando. Chema, estaba encantado. Finalmente llegamos a Sarria. Con un hambre importante, aparcamos las bicis y nos sentamos en una terraza. Si no recuerdo mal, el sitio se llamaba algo de Galicia o gallego (igual me lo estoy inventando...) pero el camarero era marroquí (moro, si es de lo malos) y la chica sudamericana. Bueno, la cuestión es que pedimos un pincho de tortilla. Madre del amor hermoso. Qué tortilla! Deliciosa! Medio cruda, como a mi me gusta, saladita, sabrosa. En serio, nos alucinó.
Allí nos separamos de Chema. Una lástima. La razón de que la etapa sea tan corta, es que a 30km vive mi primo, mi tía, y a unos pocos más, mis tíos. A los que hace 8 años que no veía. Como voy con tiempo de sobras, llamo a mi primo Manolo, y viene a buscarme a Sarria. Así que paso el sábado tarde-noche y el domingo, viendo a mi familia. Me ha encantado este break. Muy emotivo volver a verlos, y estar donde he pasado los veranos de pequeña. Los recuerdos me inundan la cabeza. La emoción también. Miro el largo prado verde, y nos veo a mis primos, a mi hermano y a mi tirándonos prado abajo haciendo la croqueta, gritando "Jerónimo!!!!!!". Voy al corral de las gallinas. Hay 2 huevos. Me acuerdo de la sensación de ir a ver si había huevos. Los cogías y los freías. Qué buenos estaban. Siguen estando las colmenas, pero ya no hay abejas. El viejo tractor verde, del que tengo una foto subida en él con mi tío. En la cocina, aunque está llena de mis tíos, veo a mi mami preparando café de la manera antigua, cociéndolo en un puchero.
Las babosas no las he vuelto a ver. Las vi saliendo de Viloria de Rioja. Sabéis qué hacíamos mi hermano y yo con ellas? Pisarlas, con lo que al rebentar se convertían en una masa amarilla y viscosa, y echarles sal. Fascinante. Qué cabrones. (Edito: Hoy por hoy, sería capaz de torcerme un tobillo al esquivar a una hormiga, para  no pisarla...)
Me doy un paseo por allí. Está el pozo que utilizábamos de piscina, el cobertizo donde mi tete me hizo un columpio, el pajar donde nos lanzábamos al vacío...
También veo a mi hermano rajándose a subir la cuesta que hay desde la carretera a la casa, de noche... Cagón!!
Podría seguir horas escribiendo todos los maravillosos recuerdos que tengo de allí, pero tampoco es plan de aburrir.
Qué recuerdos.
Enviado desde mi iPhone

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